Para el 1779 época cuando Benjamín Franklin presenta sus credenciales ante
la corte francesa convirtiéndose en el equivalente del siglo 18 de lo que es un
embajador hoy día y siendo así el primer embajador de Estados Unidos recibido
por un gobierno extranjero, tomaba unos seis meses para que sus despachos
diplomáticos le llegaran a su gobierno en Filadelfia. Por lo tanto, para
la diplomacia poder ser eficaz, los embajadores debían tomar decisiones
importantes en nombre de su gobierno de manera autónoma, basándose en su propia
comprensión de los intereses y políticas de su nación, sin obtener ninguna
aprobación previa por lo que queda explicado el título de embajador
" Extraordinario y Plenipotenciario ".
Hoy día, incluso, no descarto que ha de haber embajadores felices de poder
retornar a esa antigua forma de hacer las cosas. Pero esos días ya
desaparecieron hace tiempo, hoy día el volumen y la frecuencia de la
comunicación entre un diplomático y su capital son solo la punta del iceberg de
la revolución de la información. Por tanto y para fines de mejor
entendimiento del tema creo prudente analizar tres cambios fundamentales en la
naturaleza de la diplomacia que entiendo se destacan por encima del resto.
El primer y más importante cambio es en el equilibrio de la diplomacia de
gobierno a gobierno a la diplomacia de persona a persona. La comunicación
entre los líderes políticos por medio de la representación diplomática sigue
teniendo un importante papel que desempeñar, y claro también existe la
diplomacia pública. Pero los estados y sus gobiernos ya no desempeñan el
papel preeminente en nuestras vidas como en el pasado, por tanto, hoy en día
ser un funcionario de gobierno ya no le da el estatus privilegiado que una vez
otorgó.
En el mundo de hoy, cada vez son más las corporaciones, los grupos de la
sociedad civil, los movimientos culturales y, lo más importante, las ideas, que
no conocen fronteras nacionales y no son ciudadanos de ningún estado, que dan
forma a nuestras vidas. Las plataformas Online tienen más efecto sobre la
gente que cualquier gobierno, y lo esencial de estas plataformas es que hacen
su impacto facilitando la interacción directa entre las igualdades y/o
divisiones políticas de sus usuarios.
Esto significa que, si la diplomacia debe mantenerse al día con el mundo,
debe centrarse en participar en la miríada de conversaciones globales
emergentes. El nombre del juego es la relevancia. Un servicio
diplomático que está atascado y no se estrecha en el amplio espectro de
pasiones, prioridades e identidades que conforman el sistema político
contemporáneo, pronto perderá su valor.
En el caso de nuestro país, eso significa poner en evidencia la riqueza de
la energía creativa que hace de la República Dominicana lo que es. Debemos
entender que, como todo buen anfitrión, el trabajo no es dominar la
conversación, sólo para presentar a los participantes entre sí y dejar que ellos
tomen el control a partir de ahí.
Otra diferencia evidente entre la forma en que se practica la diplomacia
hoy en día y la forma en que se practicaba antes de la revolución de la
información se debe a la muerte del secreto, Incluso antes de la aparición de Edward
Snowden y Julian Assange, los diplomáticos juiciosos habían llegando a acuerdo
con el hecho de que “estrictamente entre nosotros” y “fuera del record” se estaban
convirtiendo rápidamente en cortesías vacías. Incluso a los jóvenes estudiantes
de las escuelas diplomáticas de hoy se les enseña que nunca escriban algo en un
cable diplomático que no quieran ver en los titulares del día siguiente.
Esto trae consigo un cambio profundo en el enfoque que se toma a la
profesión. Significa que usted evita tomar acciones y hacer declaraciones
que usted no está dispuesto a defender en público y se combina con lo que ya
vimos con respecto al cambio de enfoque hacia la diplomacia pública.
Por último, el gran volumen de información ha llevado a una mayor
profesionalización y especialización en todas las esferas productivas, desde la
medicina hasta el comercio. La diplomacia no es una excepción. En el
pasado, se esperaba que un diplomático fuera un “caballero completo” con una
educación lo suficientemente amplia como para mantener conversaciones en la
mesa, pero sin necesidad de capacitación profesional especializada. Hoy en
día, eso no es suficiente.
La complejidad de las herramientas que un diplomático debe ser capaz de
desplegar y la diversidad de las audiencias que ella debe poder dirigir
requieren habilidades genuinas del especialista. Sólo para mantenerse al
día de la esfera pública en la que opera la diplomacia contemporánea requiere
habilidades de medios sociales de alto rendimiento, la capacidad de interpretar
el resultado de la analítica de grandes datos y la misma competencia en el uso
de grupos de enfoque y encuestas que se espera de una empresa profesional de
marketing.
Creo firmemente que la tecnología está haciendo de la diplomacia una
profesión más dinámica, excitante y creativa.
Por: Horacio Vicioso Galán