La muerte del carismático líder palestino, que deja como única herencia un gran vacío de poder, abre un nuevo capítulo en la historia del pueblo palestino.
Según coinciden la mayoría de políticos, si el proceso de elección del nuevo presidente, así como la instauración de las nuevas autoridades en los territorios de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) transcurren dentro de un cauce más o menos normal, hay buenas esperanzas para una solución al conflicto palestino.
Tanto Siria como Egipto, así como los jefes tribales de las múltiples organizaciones palestinas, han declarado públicamente su compromiso para respetar el resultado de las elecciones presidenciales, que según la Ley Básica, deben de celebrarse 60 días después de la muerte del presidente.
La toma de posesión como presidente provisional de la ANP, de Rauhi Fatuh, actual presidente del Parlamento palestino, a quien según esta ley le tocaba asumir la jefatura de Estado, indica que se mantiene el compromiso constitucionalista, aunque el hombre tras el poder que se perfila es Ahmed Qurei (Abu Ala), a quien, según versiones extraoficiales, le han sido transferidos parte de los fondos multimillonarios de Arafat; además, se ha nombrado a Mahmud Abas (Abu Mazen), ex jefe de Gobierno, como el sucesor de Arafat al frente de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP).
Estas tres personalidades tienen en común pertenecer a la vieja guardia de Arafat, que lo acompañó por sus exilios en Jordania (1972), Líbano (1973-80) y Túnez (1982-97) y que, conocidos entre la población como “los tunecinos”, son odiados por su corrupción y monopolio del poder.
“El hombre de los estadounidenses e israelíes”, como se conoce al general Mohamed Dahlan, considerado el líder de las nuevas generaciones de palestinos surgidos de la primera intifada, también está activo. Dahlan, quien dirigió los servicios secretos palestinos, representa a los líderes jóvenes que han nacido y se han formado en los territorios ocupados y que no tienen nada que ver con la vieja guardia de Arafat.
Estados Unidos, Rusia, Francia, España y otros países de la Unión Europea (UE) también se han mostrado preocupados por lo que sucederá en los territorios de la ANP luego del entierro de Arafat en la Muqata de Ramala, donde estuvo confinado por el Ejército israelí durante los últimos tres años. La presión hacia Israel para que suavice su mano dura sobre los territorios ocupados es bastante palpable, sobre todo del presidente George W. Bush, quien declaró que confía en la instauración de un Estado palestino ahora que Arafat ha muerto, pues era visto como el principal escollo para este proyecto tanto por estadounidenses como por israelíes.
Extrapolando experiencias y guardando las distancias, a la muerte de líderes políticos fuertes o dictatoriales, siempre le ha seguido una época de apertura de sus sucesores. Tal fue el caso tras la muerte de Stalin, con el proceso de liberalización abierto por Nikita Kruschov en la antigua Unión Soviética, o tras la muerte del dictador Francisco Franco, cuando se sucedió una ejemplar transición política en España. Habrá que esperar a que la dirección colegiada Palestina se fortalezca, para deducir, a través de los líderes que emerjan, el rumbo de las relaciones palestinas con Israel.
Un punto espinoso es el de las cuentas multimillonarias de Arafat, provenientes de los donativos de la Unión Europea y de los países árabes a la causa Palestina, y que Arafat tenía bajo su nombre. Según diferentes fuentes, en especial francesas, dicha fortuna oscila entre los 900 y los 1400 millones de dólares, distribuidos en numerosas cuentas bancarias, pero también invertidos en empresas, agencias inmobiliarias y otro tipo de movimiento de capitales. La pelea que se avecina, y en la cual parece que la mediación de la Unión Europea jugará un importante papel, es con la esposa de Arafat, Suha, quien sería la heredera de dicha fortuna.
Sin embargo hay un consenso tanto de los dirigentes políticos palestinos como de la comunidad internacional que dichos fondos, que Arafat manejaba a su antojo para comprar lealtades o callar disidencias, sean transferidos a los representantes electos democráticamente en las próximas elecciones.
En lo que respecta a la Administración Bush, la creación de un Estado palestino que respetara la existencia del Estado israelí sería una oportunidad para dejar un buen legado histórico a las futuras generaciones en el Medio Oriente. Pues sólo Estados Unidos es capaz de ejercer una verdadera presión sobre Israel, ahora que Arafat ha desaparecido.
Pero mas importante que este ultimo punto, y volviendo un poco atrás hay que entender, que aunque quizás Arafat ya no tenia el control y la capacidad pacifista que había podido demostrar en años anteriores y el mismo Ariel Sharon lo culpaba de ser el principal obstáculo para la paz en el medio oriente, este representaba un “balance de poder” el cual con su vació podría dar paso (si las cosas no son bien manejadas) a una situación potencialmente volátil.
jueves, noviembre 18, 2004
domingo, noviembre 14, 2004
Bush, Condoleezza y la Política Exterior
"El presidente no se adaptará o se retirará", puntualizó el entonces secretario de Estado Colin Powell en su primera entrevista después de la victoria de Bush en las elecciones de EEUU del pasado día 2 de noviembre.
"Es una continuación de sus principios, sus políticas, sus creencias", añadió Powell, quien hizo hincapié en que Bush ha obtenido un mandato para seguir una política exterior que se ajusta al interés nacional de EEUU.
Powell dijo que la política exterior de EEUU ha sido enérgica en cuanto a sus desafíos, y el presidente seguirá en esa dirección.
Luego de la renuncia de Powell el pasado viernes 12, todo parecía indicar que Condoleezza Rice seria la mas lógica decisión por parte de Bush como sucesora de Powell lo cual confirmamos en el discurso propiciado por el mandatario en horas del medio día (local) del martes 16. Esta es solo la segunda mujer en la historia de EEUU que ocupa este prestigioso cargo y de estas la primera afro americana.
Condoleezza Rice ha sido a la vez mentora y protegida del presidente George W. Bush en sus primeros cuatro años en la Casa Blanca, de modo que el primer mandatario deberá sentirse a gusto con la ex decana de la Universidad de Stanford al frente del Departamento de Estado.
Ambos pueden hablar con afabilidad y sin rodeos, sin la menor divergencia, acerca de lo que consideran como amenazas para la seguridad nacional. No hay razón alguna para intuir que esa camaradería vaya a deteriorarse.
Además esa relación deberá dar como resultado una mayor sensación de seguridad para Bush, que ya no recibirá las advertencias del ex secretario de Estado Colin Powell acerca del impacto que ocasionaría una política unilateral y agresiva sobre aliados y enemigos a nivel internacional.
"Es una persona muy capaz", dijo Zbigniew Brzezinski, ex asesor de seguridad nacional del presidente Jimmy Carter, en una entrevista concedida el martes.
Pero en una nota de advertencia, Brzezinski cuestionó que la complejidad de la actual situación de los Estados Unidos pueda ser reducida a "fórmulas grandiosas" que no aceptan variaciones.
"Uno no puede reducirlo todo a la guerra global contra el terrorismo", dijo Brzezinski en la entrevista.
Rice, que asesoró a Bush sobre cuestiones de política exterior y seguridad nacional, no ha indicado nunca públicamente que tenga diferencias de opinión con el mandatario. La funcionaria ayudó a Bush a responder a los ataques del 11 de septiembre del 2001 declarando la guerra contra el terrorismo, y participó en los preparativos de la guerra de Irak.
El martes no hubo indicios de oposición enérgica alguna al nombramiento de Rice en el Senado dominado por los republicanos.
Finalmente y juzgando por los sucesos de los últimos años la continuidad de una política exterior “enérgica” por parte de Bush es muy preocupante. Y podría tener consecuencias sociales muy serias para Estados Unidos, además de consecuencias económicas muy graves para el mundo y no menos importante, como lo describió Brzezinski, no se podrán seguir achacando todo a la guerra global contra el terrorismo y mucho menos disfrazando las intenciones en una postura mesiánica.
"Es una continuación de sus principios, sus políticas, sus creencias", añadió Powell, quien hizo hincapié en que Bush ha obtenido un mandato para seguir una política exterior que se ajusta al interés nacional de EEUU.
Powell dijo que la política exterior de EEUU ha sido enérgica en cuanto a sus desafíos, y el presidente seguirá en esa dirección.
Luego de la renuncia de Powell el pasado viernes 12, todo parecía indicar que Condoleezza Rice seria la mas lógica decisión por parte de Bush como sucesora de Powell lo cual confirmamos en el discurso propiciado por el mandatario en horas del medio día (local) del martes 16. Esta es solo la segunda mujer en la historia de EEUU que ocupa este prestigioso cargo y de estas la primera afro americana.
Condoleezza Rice ha sido a la vez mentora y protegida del presidente George W. Bush en sus primeros cuatro años en la Casa Blanca, de modo que el primer mandatario deberá sentirse a gusto con la ex decana de la Universidad de Stanford al frente del Departamento de Estado.
Ambos pueden hablar con afabilidad y sin rodeos, sin la menor divergencia, acerca de lo que consideran como amenazas para la seguridad nacional. No hay razón alguna para intuir que esa camaradería vaya a deteriorarse.
Además esa relación deberá dar como resultado una mayor sensación de seguridad para Bush, que ya no recibirá las advertencias del ex secretario de Estado Colin Powell acerca del impacto que ocasionaría una política unilateral y agresiva sobre aliados y enemigos a nivel internacional.
"Es una persona muy capaz", dijo Zbigniew Brzezinski, ex asesor de seguridad nacional del presidente Jimmy Carter, en una entrevista concedida el martes.
Pero en una nota de advertencia, Brzezinski cuestionó que la complejidad de la actual situación de los Estados Unidos pueda ser reducida a "fórmulas grandiosas" que no aceptan variaciones.
"Uno no puede reducirlo todo a la guerra global contra el terrorismo", dijo Brzezinski en la entrevista.
Rice, que asesoró a Bush sobre cuestiones de política exterior y seguridad nacional, no ha indicado nunca públicamente que tenga diferencias de opinión con el mandatario. La funcionaria ayudó a Bush a responder a los ataques del 11 de septiembre del 2001 declarando la guerra contra el terrorismo, y participó en los preparativos de la guerra de Irak.
El martes no hubo indicios de oposición enérgica alguna al nombramiento de Rice en el Senado dominado por los republicanos.
Finalmente y juzgando por los sucesos de los últimos años la continuidad de una política exterior “enérgica” por parte de Bush es muy preocupante. Y podría tener consecuencias sociales muy serias para Estados Unidos, además de consecuencias económicas muy graves para el mundo y no menos importante, como lo describió Brzezinski, no se podrán seguir achacando todo a la guerra global contra el terrorismo y mucho menos disfrazando las intenciones en una postura mesiánica.
viernes, mayo 07, 2004
El Terrorismo Internacional Contemporáneo
Hoy, la amenaza que representa la estrategia del terrorismo se ha incrementado, a partir de un factor crucial: la tecnología. El avance tecnológico generaliza el empleo de explosivos, con los cuales el terrorista puede exponer su vida en un grado menor que antaño, cuando debía emplear armas blancas o de fuego portátiles para cometer un asesinato; los mencionados nuevos explosivos son más letales que sus predecesores, incrementando la capacidad de daño del terrorista; el salto en el campo de las comunicaciones ofrece a estas organizaciones una mejor operatividad. Finalmente, los nuevos medios de transporte permiten trasladar células terroristas a grandes distancias.
Específicamente el último factor mencionado, relativo a los medios de transporte, ha contribuido a la globalización del terrorismo. Muchos estudiosos del tema han coincidido en considerar que el primer hito de esta globalización tuvo lugar el 5 de septiembre de 1972, con el atentado de la célula Palestina Septiembre Negro contra los atletas israelíes en Munich. Krishna, por su parte, resalta que el Ejército Rojo Japonés (JRA) con base en Extremo Oriente, perpetró sendas acciones terroristas en Israel (asesinato de 26 personas en el aeropuerto de Lod) y Holanda (secuestro de un avión que despegaba del aeropuerto Schipol), en 1972 y 1973.
Indudablemente las acciones terroristas contra la embajada de Israel en Buenos Aires en 1992, contra las Torres Gemelas de Nueva York (primer atentado) en 1993 y contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) de Buenos Aires en 1994, son otros eventos distintivos en esta tendencia a la globalización terrorista. Huelga aclarar que el último evento de esta zaga tuvo lugar en EE.UU. el 11 de septiembre de 2001.
Sin embargo, este terrorismo moderno y complejo no se ha traducido en forma directamente proporcional en su "encarecimiento". Por el contrario, su costo sigue siendo sorprendentemente bajo, tanto en términos absolutos como relativos, en comparación con otras opciones. En términos absolutos, solo basta decir que la bomba con la cual se atentó en 1993 contra las Torres Gemelas tuvo un costo de fabricación de US$ 400, generando pérdidas y daños estimados en US$ 550 millones.
Sorprendentemente, todo lo hasta aquí expuesto no forma un diagnóstico sobre el peligro del terrorismo en nuestros días y, sobre todo, de los tiempos por venir. No puede dejarse a un lado, lo que se ha denominado como la “privatización” del terrorismo internacional, concepto a través del cual nos referimos a organizaciones terroristas que han logrado alcance global sin "patrocinio" de ningún Estado, fijando así su propia agenda sin terceras influencias.
En la década de los 90, algunas pruebas de la privatización del terrorismo internacional comenzaron a registrarse con el grupo palestino Fatah-Consejo Revolucionario (Fatah CR), separado en 1974 del seno de la organización Al Fatah de Abou Ammar (Yasser Arafat) por desinteligencias mutuas, entre las cuales se incluiría el accionar crecientemente independiente del primero. El nuevo grupo sería mundialmente conocido como Abu Nidal (etimológicamente "padre de la lucha"), sobrenombre de su líder Sabri Al Banna (Sabri Khalil `Abd Al Qadir Al Banna).
Sea cual fuera su antecedente inmediato, el fenómeno de la privatización del terrorismo se manifestó con todo su poder el 11 de septiembre de 2001, protagonizado por el Saudita Usamah bin Muhammad bin Laden (Osama bin Laden). Este personaje es el líder de una vasta red terrorista global, integrada por su propio grupo Al-Qaeda, los grupos egipcios Al Jihad y Gamaa Islámica, la Sociedad de Estudiantes Religiosos de Pakistán (Jamiat-ul-Ulema-e-Pakistan) y el grupo Jihad de Bangladesh. Nadie descarta que haya otras organizaciones sumadas a esta suerte de alianza, e inclusive algunas apreciaciones incluyen (pese a su naturaleza chiíta) a los libaneses de Hezbollah.
Los informes elaborados por centros de estudio y publicaciones especializadas en todo el mundo sugieren que Osama bin Laden controlaría a nivel global a no menos de tres mil combatientes, y que contaría con presencia estable (incluyendo centros de entrenamiento, puntos de hospedaje y lugares de combate) en Argelia, Gran Bretaña, Egipto, Túnez, Mauritania, Uzbekistán, Azerbaidján, Yemen, Arabia Saudita, Afganistán, Bosnia Herzegovina, Sudán, Uganda, Malasia, Tanzania, Albania, Filipinas, Kenia, Bangla Desh, Chechenia, Eritrea, Kosovo, Pakistán, Somalia, Tadjikistán, Canadá y EE.UU.
Respecto al último país mencionado (EE.UU.), durante las audiencias públicas del juicio iniciado en Nueva York a principios del año 2001, en relación con los atentados a las embajadas de Kenia y Tanzania, algunos acusados declararon que en el territorio de ese país, Osama bin Laden tendría montada una importante infraestructura terrorista. Aunque esta revelación no era novedosa: ya en 1997 algunos analistas aseguraban que Al-Qaeda contaba con la infraestructura necesaria para producir en suelo estadounidense una gran cantidad de atentados como los sufridos por las Torres Gemelas cuatro años antes.
La organización de Osama bin Laden también es un buen ejemplo de la creciente complejidad del fenómeno terrorista contemporáneo. Sus miembros, lejos de responder al prototipo de una organización terrorista de combatientes estándar, incluyen ingenieros, especialistas en computación, expertos en comunicaciones y (como pudo comprobarse) pilotos. Y en cuanto a sus células, éstas han evolucionado hasta alcanzar destrezas y habilidades tales, en el campo de las actividades subrepticias a escala global, que se ha llegado a comparar a Al-Qaeda con una virtual fuerza de operaciones especiales.
Por todo lo expuesto, aunque numéricamente las acciones de esa organización han sido pocas, todas ellas han sido altamente letales y estuvieron espaciadas temporalmente por lapsos nunca menores a un año: mediados de 1996, camión-bomba contra las instalaciones de la ciudad de Darhan donde se alojaban tropas estadounidenses destacadas en Arabia Saudita (19 muertos); agosto de 1998, coches bomba contra las embajadas estadounidenses en Kenia y Tanzania (224 muertos); octubre del 2000, "lancha bomba" contra el destructor USS Cole, amarrado en el puerto yemenita de Adén (17 muertos); septiembre de 2001, atentados contra las Torres Gemelas de Nueva York y el Pentágono en Washington (unos 5000 muertos).
Finalmente podemos entender que el terrorismo, como manifestación de rebelión, no es un fenómeno nuevo, pero una conjunción de factores entre la cual citamos la extremidad de sus ataques cada vez superada con el acto mas reciente lo han llevado a transformarse en una de las más importantes amenazas transnacionales desde la Guerra Fría.
Específicamente el último factor mencionado, relativo a los medios de transporte, ha contribuido a la globalización del terrorismo. Muchos estudiosos del tema han coincidido en considerar que el primer hito de esta globalización tuvo lugar el 5 de septiembre de 1972, con el atentado de la célula Palestina Septiembre Negro contra los atletas israelíes en Munich. Krishna, por su parte, resalta que el Ejército Rojo Japonés (JRA) con base en Extremo Oriente, perpetró sendas acciones terroristas en Israel (asesinato de 26 personas en el aeropuerto de Lod) y Holanda (secuestro de un avión que despegaba del aeropuerto Schipol), en 1972 y 1973.
Indudablemente las acciones terroristas contra la embajada de Israel en Buenos Aires en 1992, contra las Torres Gemelas de Nueva York (primer atentado) en 1993 y contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) de Buenos Aires en 1994, son otros eventos distintivos en esta tendencia a la globalización terrorista. Huelga aclarar que el último evento de esta zaga tuvo lugar en EE.UU. el 11 de septiembre de 2001.
Sin embargo, este terrorismo moderno y complejo no se ha traducido en forma directamente proporcional en su "encarecimiento". Por el contrario, su costo sigue siendo sorprendentemente bajo, tanto en términos absolutos como relativos, en comparación con otras opciones. En términos absolutos, solo basta decir que la bomba con la cual se atentó en 1993 contra las Torres Gemelas tuvo un costo de fabricación de US$ 400, generando pérdidas y daños estimados en US$ 550 millones.
Sorprendentemente, todo lo hasta aquí expuesto no forma un diagnóstico sobre el peligro del terrorismo en nuestros días y, sobre todo, de los tiempos por venir. No puede dejarse a un lado, lo que se ha denominado como la “privatización” del terrorismo internacional, concepto a través del cual nos referimos a organizaciones terroristas que han logrado alcance global sin "patrocinio" de ningún Estado, fijando así su propia agenda sin terceras influencias.
En la década de los 90, algunas pruebas de la privatización del terrorismo internacional comenzaron a registrarse con el grupo palestino Fatah-Consejo Revolucionario (Fatah CR), separado en 1974 del seno de la organización Al Fatah de Abou Ammar (Yasser Arafat) por desinteligencias mutuas, entre las cuales se incluiría el accionar crecientemente independiente del primero. El nuevo grupo sería mundialmente conocido como Abu Nidal (etimológicamente "padre de la lucha"), sobrenombre de su líder Sabri Al Banna (Sabri Khalil `Abd Al Qadir Al Banna).
Sea cual fuera su antecedente inmediato, el fenómeno de la privatización del terrorismo se manifestó con todo su poder el 11 de septiembre de 2001, protagonizado por el Saudita Usamah bin Muhammad bin Laden (Osama bin Laden). Este personaje es el líder de una vasta red terrorista global, integrada por su propio grupo Al-Qaeda, los grupos egipcios Al Jihad y Gamaa Islámica, la Sociedad de Estudiantes Religiosos de Pakistán (Jamiat-ul-Ulema-e-Pakistan) y el grupo Jihad de Bangladesh. Nadie descarta que haya otras organizaciones sumadas a esta suerte de alianza, e inclusive algunas apreciaciones incluyen (pese a su naturaleza chiíta) a los libaneses de Hezbollah.
Los informes elaborados por centros de estudio y publicaciones especializadas en todo el mundo sugieren que Osama bin Laden controlaría a nivel global a no menos de tres mil combatientes, y que contaría con presencia estable (incluyendo centros de entrenamiento, puntos de hospedaje y lugares de combate) en Argelia, Gran Bretaña, Egipto, Túnez, Mauritania, Uzbekistán, Azerbaidján, Yemen, Arabia Saudita, Afganistán, Bosnia Herzegovina, Sudán, Uganda, Malasia, Tanzania, Albania, Filipinas, Kenia, Bangla Desh, Chechenia, Eritrea, Kosovo, Pakistán, Somalia, Tadjikistán, Canadá y EE.UU.
Respecto al último país mencionado (EE.UU.), durante las audiencias públicas del juicio iniciado en Nueva York a principios del año 2001, en relación con los atentados a las embajadas de Kenia y Tanzania, algunos acusados declararon que en el territorio de ese país, Osama bin Laden tendría montada una importante infraestructura terrorista. Aunque esta revelación no era novedosa: ya en 1997 algunos analistas aseguraban que Al-Qaeda contaba con la infraestructura necesaria para producir en suelo estadounidense una gran cantidad de atentados como los sufridos por las Torres Gemelas cuatro años antes.
La organización de Osama bin Laden también es un buen ejemplo de la creciente complejidad del fenómeno terrorista contemporáneo. Sus miembros, lejos de responder al prototipo de una organización terrorista de combatientes estándar, incluyen ingenieros, especialistas en computación, expertos en comunicaciones y (como pudo comprobarse) pilotos. Y en cuanto a sus células, éstas han evolucionado hasta alcanzar destrezas y habilidades tales, en el campo de las actividades subrepticias a escala global, que se ha llegado a comparar a Al-Qaeda con una virtual fuerza de operaciones especiales.
Por todo lo expuesto, aunque numéricamente las acciones de esa organización han sido pocas, todas ellas han sido altamente letales y estuvieron espaciadas temporalmente por lapsos nunca menores a un año: mediados de 1996, camión-bomba contra las instalaciones de la ciudad de Darhan donde se alojaban tropas estadounidenses destacadas en Arabia Saudita (19 muertos); agosto de 1998, coches bomba contra las embajadas estadounidenses en Kenia y Tanzania (224 muertos); octubre del 2000, "lancha bomba" contra el destructor USS Cole, amarrado en el puerto yemenita de Adén (17 muertos); septiembre de 2001, atentados contra las Torres Gemelas de Nueva York y el Pentágono en Washington (unos 5000 muertos).
Finalmente podemos entender que el terrorismo, como manifestación de rebelión, no es un fenómeno nuevo, pero una conjunción de factores entre la cual citamos la extremidad de sus ataques cada vez superada con el acto mas reciente lo han llevado a transformarse en una de las más importantes amenazas transnacionales desde la Guerra Fría.
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