viernes, septiembre 09, 2005

Los Retos de la Diplomacia Dominicana

La estructura de los servidores públicos, incluyendo los Servicios Diplomáticos se encuentra en proceso de revisión en la mayoría de los países del mundo. Muchos Gobiernos están convencidos de la necesidad de realizar cambios. Para ello se han embarcado en programas de reformas para lograr un sistema que aproveche las fortalezas del recurso disponible y transforme las debilidades de los esquemas tradicionales.

En el caso de la República Dominicana desde hace algunos años y sin éxito se ha pretendido reestructurar la Cancillería para las exigencias actuales como el instrumento cónsono para el aprovechamiento del recuso humano, que amerita la diplomacia en un mundo globalizado.

Intento de esto ha sido la Escuela Diplomática y Consular, órgano académico de la Secretaría de Estado de Relaciones Exteriores, encargado de formar, actualizar y especializar el personal destinado al Servicio Exterior de la República, la cual tuvo origen por disposición del Poder Ejecutivo, en Febrero de 1934, que instruía impartir un curso sobre Teoría y Práctica del Derecho Consular. Pero por razones de orden administrativo la Escuela se vio en la necesidad de suspender sus actividades en Mayo de 1946. No es hasta el año 1986, que se ofrece un Curso de Adiestramiento y Capacitación Diplomática para funcionarios de la cancillería y aspirantes a nuestro servicio exterior, a los cuales se le hizo entrega de un certificado de participación. Se hicieron esfuerzos encaminados a conseguir su reapertura, pero no fue hasta el año 1999 cuando formalmente el poder ejecutivo autoriza el funcionamiento de la misma.

Lo interesante es que por disposición de la Ley Orgánica de la Secretaría de Estado de Relaciones Exteriores, No. 314 de fecha 6 de julio de 1964, vigente, la Escuela Diplomática y Consular figura como integrante del organigrama de la Secretaría, que especifica su composición: Cancillería , Servicio Exterior, Escuela Diplomática y la Comisión Consultiva.

Lo mas penoso es que aun hoy no se le tome en cuenta a este órgano como parte importante de darle continuidad y renovación a nuestras Relaciones Exteriores porque debemos entender que la tradicional manera de hacer Diplomacia pareciera quedar desarticulada, si no se complementa con modernos estilos gerenciales. Entendemos que los cambios requeridos y las innovaciones necesarias producen resistencia, las grandes transformaciones necesitan de mucha visión de futuro. Siempre hay quienes creen que es mejor dejar las cosas como están y se conforman con pocos buenos resultados.
Las transformaciones mundiales obligan a las Cancillerías a retar el futuro, reformar muchos conceptos y desarrollar nuevas estrategias. La Diplomacia de hoy cuenta con nuevos escenarios, con recursos humanos mucho más preparados, actualizados y calificados en relación a épocas anteriores.

A esta realidad se suma la limitación de recursos económicos que obligan también a una redefinición de prioridades. Hay que superar la visión según la cual es más importante una alfombra persa decorativa para una residencia oficial, que la adquisición de una computadora para la misión diplomática. En tiempos de grandes limitaciones y pocos recursos, lo primero, es decir que los instrumentos para producir beneficios tangibles generan a la larga más beneficios.

Priorizar significa que nuestros esfuerzos deben concentrarse en las principales misiones diplomáticas. Por otra parte el Estado dominicano, desde hace muchos años y con diversos matices, al contar con un instrumento jurídico desfasado insiste en menospreciar sus cuadros diplomáticos institucionales. La Diplomacia es definitivamente un oficio y el éxito en la misma depende en gran medida de una formación continua. Enfrentar los retos de la diplomacia dominicana está entonces íntimamente vinculado con la reestructuración tanto de la Cancillería como de las embajadas, y por supuesto en el aprovechamiento del recurso humano disponible. Sin duda existe espacio para discutir qué está bien o qué esta mal, qué funciona y qué no, así cómo mejorar los cimientos que ya existen.

martes, septiembre 06, 2005

¿Necesita la República Dominicana una Política Exterior? : Una Diplomacia para el Siglo 21

La solución a esta pregunta parece ser bastante fácil ya que no existe duda de la respuesta. Pero esto no significa que no debemos cuestionarnos.

Para los dominicanos, entender la situación mundial actual se debe comenzar con reconocer que las problemáticas no se tratan de una interrupción temporal de un status quo benévolo. Por lo contrario estas simbolizan una transformación inevitable del orden internacional resultando a partir de cambios estructurales internos de muchos de sus participantes clave, de la democratización de las políticas, la globalización de las economías, y la instantaneidad de las comunicaciones. Un Estado es por definición la expresión de algún concepto de justicia que legitimiza sus arreglos internos y sobre una protección de poder la cual determina su habilidad de complacer sus mínimas funciones, siendo estas, proteger su población de los peligros extranjeros así como de crisis domésticas. Cuando todos estos elementos no están en coordinación perfecta, incluyendo el entendimiento claro del concepto sobre que es exterior un periodo de turbulencia es inevitable.

El mismo termino “Relaciones Internacionales” es , en realidad de cosecha reciente, ya que implica que el Estado-Nación deberá ser inevitablemente la base de su organización. No obstante, este es un concepto que se origino en Europa a finales del siglo 18 y fue regado por el mundo en gran parte gracias al colonialismo europeo.

Durante los siglos 16 y 17, la estructura medieval del siglo 15 colapsó bajo el impacto de la reforma, que destruyo la unidad religiosa, la cual provocó la accesibilidad a una amplia diversidad de religiones crecientes. El levantamiento resultante culminó en “la guerra de los treinta años”, la cual en nombre de una ideología religiosa, mató al 30 por ciento de la población de Europa Central.

Fuera de esta carnicería emergió el sistema de Estado moderno como lo definió el Tratado de Westfalia de 1648, los principios básicos que han dado forma a las relaciones Internacionales hasta el día de hoy. La base del tratado fue la doctrina de soberanía, que declaró que las conductas domesticas de un Estado y sus instituciones estaban fuera del alcance de otros Estados.

Hoy día el orden de Westfalia esta en una crisis sistemática. Sus principios están siendo puestos a prueba, a pesar de que una alternativa de consenso no ha emergido. La no interferencia en los quehaceres domésticos ha sido abandonada a favor de un concepto de jurisdicción universal no solo por los EE.UU. pero también por varios países de Europa Occidental. En la cumbre del milenio de las Naciones Unidas, en septiembre del año 2000 en Nueva York, este nuevo concepto fue endosado por un gran numero Estados.

La razón principal para que estas cosas sucedan en la actualidad es debido a que dentro del tema de la globalización todo lo que suceda en un país puede bien, afectar a los otros países de su entorno y a los otros del mundo por tanto hoy día vivimos una realidad diferente en la cual la vieja formula del Estado-Nación se somete a varias interrogantes las cuales ponen en el tope de la jerarquía a las relaciones Internacionales inclusive antes que las relaciones domesticas las cuales pasan a tener un valor secundario ante la implementación casi forzosa de la globalización.

Cuando hablamos de implementación forzosa citamos al RD-CAFTA, este nuestro país listo o no para asumirlo, nos vemos obligados a aceptarlo debido a que de no hacerlo nos veríamos en una desventaja ante los otros cinco países centroamericanos signatarios, por igual entendemos que la globalización es otro punto de presión el cual debemos adoptar con la mas oportuna prontitud pero sin llegar a que esto nos obligue a precipitarnos.

Es dentro de este marco que entiendo que las Relaciones Internacionales deben de ser sobrellevadas con una política exterior fija, clara y definida la cual nos ayude a arribar en un Estado dominicano moderno el cual será la única manera de que la percepción exterior de nuestro país así como nuestra realidad interna vaya cambiando, claro esta atención e importancia a la política exterior, nunca y repito nunca puede opacar las políticas de desarrollo domestico que deben de ser análogas con las exteriores.

Finalmente y de modo de conclusión esta bueno ya de que vivamos y nos formemos como manejadores de crisis y preferiblemente nos convirtamos en estadistas y visionarios, planificándonos mejor y entendiendo que sin ruta clara de navegación podemos descubrir América pero nunca llegaremos a las Indias…